“Como prefiguración de su futura entrada triunfal en Jerusalén como Hijo de David y Rey de Israel, el Cristo no nacido es llevado por un burro para ser contado en la casa y linaje de David. María mira con ternura, quizás con complicidad, al tímido pastorcillo que se cruzan en su camino. José se concentra en el camino, y sus manos, una abierta y otra cerrada, reflejan la fuerza y la dulzura del proveedor y del protector.”
– José Brickey